junio 24, 2011
EL VESTIDO DE NOVIA
Existen momentos de la infancia, que quedan grabados a fuego
en nuestra mente.
Aún hoy recuerdo la excitación que se generaba en el barrio
los días previos al evento.
El comentario general era una historia que se repetía indefectiblemente.
¿Será celeste o rosa?
Blanco no puede ser, porque esta de virgen no tiene nada...
¿Las madrinas se vestirán de largo? No creo…
Porque con esa gordura que criaron, hay que tener la cara dura…
Y así podría seguir enumerándoles miles de frases malignas y
malintencionadas.
Porque a pesar de las críticas y del desdén que destilaban esas
lenguas viperinas, estoy totalmente convencida que aquellas mujeres
guardaban en su fuero interno, un dejo de profunda envidia.
Claro que siempre hay una excepción. Y esa excepción era yo.
Nunca, pero nunca me interesaron los vestidos de novia.
Era una situación por demás torturante fingir con credibilidad que
el tema podía llegar a importarme un poco.
La madre de mi amiga Claudia me miraba con recelo y ante mis
tradicionales ausencias, me preguntaba casi escandalizada:
Vas a ir a ver a Laurita ¿no? Acordate que sale de la casa a las 7.30
Mientras el sábado se iba acercando, los comentarios se multiplicaban
y la insensatez iba in crecendo.
Finalmente el día D había llegado. El desembarco en Normandia era
un hecho absolutamente intrascendente, en comparación con el frenesí
que les provocaba a las matronas del vecindario la salida de la Novia.
Por supuesto mi madre, mi tía y mi abuela eran partícipes necesarias,
de aquel suceso casi rayano con lo circense.
Tres pares de familiares ojos me miraban esperanzados.
Todo esfuerzo era en vano. Yo, tozuda como una cabra, me sentaba
frente al televisor e ignoraba la silenciosa súplica del trío familiar.
Minutos después de las siete y media de la tarde, los gritos ahogados y
las exclamaciones de júbilo retumbaban a lo largo de toda la cuadra.
¡Ahí sale la novia! ¡El vestido es una belleza!
Me parece que tiene algo de panza.
Hummm… ¿Estará embarazada?
La cizaña no tenía límites. Esperar tanto tiempo y morirse de frío bajo
la lluvia con el sólo fin de despellejar a la pobre chica.
La algarabía era más que efímera.
Apenas un rato después, la pequeña muchedumbre se dispersaba y
regresaba a sus hogares con la secreta esperanza de repetir el ritual
lo más pronto posible.
Por cierto, me olvidé de comentarles algo.
Años más tarde Laurita se separó de su flamante marido, después que
lo encontrara pecando en el lecho marital con la mujer del carnicero.
Lo interesante es que haciendo gala de una innegable habilidad,
confeccionó un espléndido mantelito que decoraba primorosamente
la mesa del comedor.
Por fin el bendito vestido de novia había servido para algo.
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Yo también creo que las bodas no son más que una parafernalia sin sentido. Creo que Laurita también lo creyo al final jaja. Me ha gustado, un besote!
ResponderEliminarel uso que le dio al vestido me ha dejado con dolor de panza de tanto reírme... ¿donde andará mi vestido de novia para hacerle una cucha pal perro? me diste ideas Bee! jajajaja
ResponderEliminarEsa muchachita que no le interesaban los vestidos de novia me hizo recordar a mi hija, que el año que viene egresa del secundario y me dijo que NI SUEÑE verla enfundada en alguno de esos "estúpidos vestidos ridículos" para su egreso jajajaja
Por suerte esa locura de ir a ver novias como quien va al teatro se está perdiendo. Creo que fue propio de una época en la que casarse y parir hijos era el único destino deseable para una mujer.
ResponderEliminar'Cambia, todo cambia' en este caso para bien.
Un montón de besos, amiga Bee!!!!
MISS BETTERSWEET:
ResponderEliminarHola Miss! Estoy absolutamente de acuerdo contigo! Sè que cada quien puede hacer lo que le apetezca, pero conmigo que no cuenten!
Beso grande! :D
ESCARCHA:
Jajaja! El perro va estar
re-contento! Y tu hija además de ser bella, es FENOMENAL! Hija de tigra!!! Besos brujos!
PATRICIA:
Así es Patri! Era como montar un sainete en plena calle! Ufffff!!!
Un aburrimiento total!
Besos miles, amiga!
Ha sido muy divertido leerte, y encontrar una parte de nuestra historia reflejada en tu entrada. Yo casi no asisto a ceremonias, creo que me producen urticaria.
ResponderEliminarBesos querida.
Desencantado de tradiciones y convencionalismos, le recomiendo que haga una mosquitera con su velo, rompa los tacones y haga camino.
ResponderEliminarSaludos Bee, mañana cumpliré con mi parte del Sunshine, te dejaré algo.
Si, recuerdo eso como un acontecimiento en el barrio. Todas las vecinas y los chicos observando y criticando. Muchos porque no iban a la fiesta. No pasara en la ciudad y sus alrededores cercanos pero supongo que si en pueblos mas chicos. Un beso, campeona.
ResponderEliminarHas recreado perfectamente una, quizá la más ridícula, de las ceremonias populares. Salvando las distancias, me hiciste recordar la hipocresía que De Laurentiis logró transmitir en algunas escenas de un típico velorio Italiano...Muy bueno. Un abrazo
ResponderEliminarANA:
ResponderEliminarYo tambièn soy alèrgica,Ana! Gracias por visitarme!
Un cariño para tí!
JOSè LUIS:
Jajaja! Me encantó lo del velo!
Te mereces muchos Sunshine Bro!
Kisses!
DANY:
Estoy segura que en los pueblos se sigue con la nefasta práctica!
Besos, cuervo querido!
PEREGRINO:
Hola Osvaldo! Gracias por tus palabras! Te dejo un abrazo cordial, amigo!
Siii! en todos lados imagino es igual, ver a la novia salir de casa y juzgar como se ve. Aquí cuando alguien no era virgen ponían una lentejuela en algún lugar del vestido blanco, claro pero que no se viera, entonces muchas en son de burla cuando conocíamos las andanzas de la chica en cuestión decíamos que tendrían que ponerle un vestido de china poblana jaja. No te causa risa pero si vieras el vestido de china poblana te morirías de la risa. Sucede que tal vestido está hecho de lentejuela, jaja aí tu dirás, espero me hayas entendido.
ResponderEliminarPor cierto, no sé donde quedó mi vestido de novia bueno si pero no quiero que nadie sepa que lo tire a la basura shhh!
Beso Bee.
LA MALQUERIDA:
ResponderEliminarAyyy Flor! Me matè de risa con lo de las lentejuelas... Cada lugar es un mundo! Shhhh! Quedate tranquila, permanece entre nosotras, la suerte que ha corrido tu vestido! Jejeje!
Besos enormes, amiga!
Solo,puedo decirte...gracias.
ResponderEliminarBesos.
La vida es ilusión cuando llegas al altar y decepción cuando se rompe el amor.
ResponderEliminares un placer pasar por tu casa.
feliz semana.
un abrazo.
PODEROSA MORGANA:
ResponderEliminarSe te quiere un mundo, Mor!
RICARDO:
Què gusto recibir su visita, Ricardo! Muchas gracias por pasar!
Le dejo un saludo enorme!
No estoy en desacuerdo con los ritos, pero muchas veces van acompañados de tantos elementos tan profanos, que terminan perdiendo la fuerza de lo divino.
ResponderEliminarDivino es que el vestido haya servido de mantel.
Profana es la actitud del marido.
Y muy bueno es tu texto, lleno de detalles que lo hacen muy rico.
Un beso enorme.
Humberto.
Hola H!!! A mí tambièn me gustan los ritos, el tema es cuando se desvirtúan las tradiciones y se convierten en meras reuniones de cotilleo insustancial.
ResponderEliminarGracias por tus elogios, my darling!
Un abrazo enorme! :D