EL Té DE LAS 5

                                                                     Mary Cassatt (óleo)

Sólo un pequeño lunar las distinguía.

Honoria y Felicia era hermanas gemelas, y desde su más tierna infancia habían interrumpido la ceremonia del té de las 5 en una sola oportunidad.

Aquella tarde un policía de la federal, con sus impertinentes preguntas les había impedido practicar el noble ritual.

Casi 10 años después del nefasto incidente, aún experimentaban una desagradable sensación al recordar la traumática experiencia.

Ambas sabían que faltaba poco para que aquel infame asunto prescribiera.

Era cuestión de tiempo.

Mientras Felicia servía el exquisito brebaje, Honoria no dejaba de observar con fascinación, como el líquido dorado era vertido en la taza.

El detective nunca sospechó lo cerca que estuvo de descubrir la verdad.

Sepultaron al novio de Honoria debajo de la glorieta del jardín. ¿Quién iba a imaginar que aquellas dos damas de rancio abolengo se convertirían en despiadadas asesinas?

Felicia aún no puede olvidar el aliento grosero cerca de su cuello y las manos codiciosas aferrándose a su virginal cintura.

No tenían remordimientos. Al fin de cuentas, era imperdonable que después de 7 años de relación, el pretendiente tuviera la inexcusable torpeza de equivocarse de hermana.