julio 25, 2010

AVISO CLASIFICADO

El aviso en el diario había logrado captar su atención.
Desde muy chica la obligaron a pasar horas estudiando
cosas que no le interesaban en absoluto y que
invariablemente abandonaba al cabo de un par de
meses de absurda insistencia. Sus padres eran muy estrictos con el tema de la educación.
En especial su papá, que era abogado y guardaba
la secreta esperanza de algún día incorporarla como
socia en su estudio jurídico.
Una tarde que estaba sola en la casa, eligió la ropa y
el maquillaje adecuados. Tenía una oportunidad y no
pensaba desaprovecharla. Se miró en el espejo y le
agradó la imagen que este le devolvía.
Revisó todo lo que llevaba en la mochila y sacó la cédula
de identidad de forma premeditada. El aviso aclaraba
específicamente que las postulantes debían ser mayores de edad, y a ella aún le faltaban unos cuantos meses para cumplir los 18.
Bajó del colectivo y caminó un par de cuadras hasta encontrar el lugar.
El edificio estaba ocupado a medias. Llegó al 8 “A” y decidida tocó el timbre.
La mujer que la recibió era alta y musculosa. A pesar de las extensiones rubias
y el maquillaje recargado tenía un aspecto bastante varonil.
-¿Venís por el aviso? –dijo sonriendo de manera exagerada.
La desconocida resultó llamarse Griselda. La acompañó hasta una habitación,
le sirvió un vaso de gaseosa y la dejó sola. Dos hombres de unos treinta años
no tardaron en llegar. La miraron de arriba a abajo como si estuvieran observando
a una rata de laboratorio.
-¿Tus viejos te dieron permiso para presentarte al casting? –preguntó el más bajo de los dos.
Titubeó apenas unos segundos.
-No necesito el permiso, soy mayor de edad.
Su respuesta fue el comienzo de la pesadilla.
No sabe la provincia donde la tienen trabajando. Cambió tantas veces de lugar
que ya no tiene idea de donde se encuentra. El grupo está conformado por 8 chicas.
La última en llegar tiene apenas 12 años y no habla castellano.
La mayor parte del tiempo consume cocaína. Al fin de cuentas es la única forma
de resistir. Se obliga a comer porque a pesar de todo se niega a morir. En el fondo
del alma sobrevive la remota esperanza de que algún día va a poder escapar.
Hace un par de días estuvo a punto de desmoronarse. Uno de los clientes olvidó
el diario sobre la cama. Lo hojeó con desgano, con el simple propósito
de despejarse un rato.
La foto en blanco y negro le partió el corazón. Apenas pudo reconocer a sus padres.
Parecían dos ancianos. La estaban buscando desde hacía más de 9 meses.
El grito del Gordo Miguel la devolvió a la realidad.
-¡Preparate que ya llega el Sr. Valdez!
Se secó las lágrimas con las manos y miró su imagen en el espejo. La abuela siempre
repetía que tarde o temprano la gente mala era castigada por Dios.
Ella ya no estaba tan segura al respecto.

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