septiembre 27, 2010

CHICAS MALAS

Hacía más de 8 meses que se conocían. Se fueron acercando por diferentes razones. La ropa que usaban, las bebidas que compartían y las huidas desesperadas cuando llegaba la policía.
Las chicas fueron concibiendo la idea con una notable frialdad. Diseñaron el plan, sentadas en uno de los andenes de la estación Constitución. Celina, La Negra y Carito se repartieron las responsabilidades según sus propias capacidades.
Celina era fría como el hielo, mientras que La Negra apenas podía controlar la rabia que le roía las tripas. Carito que era la menor, poseía un aspecto tan angelical como mentiroso.
Quitaron la lona que cubría el auto del novio de Celina y se quedaron
esperando el momento indicado.
La vieron salir de la peluquería. Estaba espléndida. La cabellera rubia
brillaba bajo la tibia luz de las luces de mercurio. Podían percibir a la
distancia el exquisito aroma de su perfume importado.
Como de costumbre iba sola. Cuando no había cámaras de televisión
andaba sin custodia. En cuanto desconectó la alarma del BMW metalizado,
Celina y La Negra la atacaron por detrás. El apósito cargado de cloroformo
hizo efecto de manera inmediata. La arrastraron hasta el auto y la arrojaron
en el asiento de atrás. Mientras Carito la cubría con una manta, Celina pisaba
el acelerador a fondo huyendo del lugar a toda velocidad.
Abrió los ojos lentamente. Le latía la cabeza y apenas podía distinguir el lugar
donde estaba. Tenía las manos atadas en la espalda y la mordaza le lastimaba
la comisura de los labios. Los pies estaban precintados y sujetos a las patas de
la silla en donde la tenían sentada.
Su mente comenzó a trabajar a toda máquina. Se reprochaba inútilmente haber
desoído las advertencias de sus amigos. De hecho la habían secuestrado y una
oleada de angustia le envolvió el corazón.
Cuando las vio entrar apenas pudo controlar la sorpresa. Esperaba tener que
enfrentarse con una banda de delincuentes, lo que sin duda nunca imaginó fue
encontrarse con estas tres lánguidas muchachas.
Celina se acercó y mirándola de arriba abajo dijo con voz gélida:
-Me gustaría saber cuanto tiempo te va a llevar verte arruinada…
La frase le congeló las venas. Nunca en su vida la habían mirado con un
desprecio tal. Cuando estaba a punto de desmayarse un certero cachetazo
la hizo volver en sí. La Negra le escupió las palabras:
-¡Nada de boludeces! ¡Despertate!
Al comienzo se había negado a comer, pero luego el hambre pudo más.
¡Hasta la sopa aguada y el pan seco le sabían a manjar!
En principio comenzaron a ceder las extensiones del cabello, el cual lucía
sucio y desarreglado. Las uñas esculpidas se quebraron como hojas de papel
y la piel de la cara habitualmente lubricada, estaba seca y rojiza.
La ausencia de maquillaje mostraba con crudeza los estragos que había hecho
el paso del tiempo. Sin mencionar la ropa, que despedía un insoportable olor a rancio.
El espejo estaba ubicado de manera estratégica. De proporciones enormes, le
mostraba con terrible crueldad el despojo en que se había convertido.
Hacía rato que había perdido la cuenta con respecto a los días en que se hallaba
en cautiverio. No alcanzaba a comprender el motivo por el cual aún no pagaban
el rescate. ¿Acaso ya no le importaba a nadie? ¿Su marido no hacía nada?
¿Y el representante? ¿Los medios de comunicación se estarían ocupando de
la desaparición de una diva como ella?
Las tres entraron en absoluto silencio. Se sentaron en el suelo una al lado de la otra.
Finalmente Celina tomó la palabra:
-Hace 4 días que te sacamos de tu vida. –y recalcó con ironía- Sólo 4 días…
La información la dejó pasmada.
-Más de la mitad de la gente que te mira por televisión, vive todos los días
en peores condiciones que estas. Sin agua para bañarse, sin ropa limpia para vestir,
sin maquillaje para ocultar NADA.


La abandonaron en las escalinatas del Museo Nacional de Bellas Artes.
-Queríamos que supieras por alguna vez en tu vida, cómo es estar en
el pellejo de los otros –le susurró Carito al oído mientras hacía un ligero
mohín con los labios.
Aparecieron de la nada. Fue como si alguien les hubiera pasado el dato.
Los flashes de los fotógrafos la cegaron de inmediato. Desesperada,
intentó cubrirse la cara. Debía evitar que la fotografiaran en aquel lamentable estado.
-¿Quienes te secuestraron? -gritó un reportero en medio de caos.
Fue inútil buscar con la mirada.
No quedaba ni un mísero rastro de las tres chicas malas.

3 comentarios:

  1. Oye pues tampoco parecen tan malas, yo creo que su intención era muy buena. Besos

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  2. jajaja pobre! no se porque pero me imagine a Britney Spears jajaja
    muy bueno Bee!!!!!

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  3. Yo opino lo mismo que vos Mus!!! CHICAS MALAS serán para las personas que viven mirando nada más que a su propio ombligo. Jajaja!!! Tenès razón Diana!!! Justamente escribí este cuento pensando en ·engendros· como Britney & Cía.
    Besos para ambas!!!

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