septiembre 25, 2010

LA LOCA

La primera vez que lo vió sintió que el corazón se le salía por la boca. Eran las 6 de la tarde y el subte de la línea B rebosaba de gente. Se abrió paso entre la multitud tratando de acercarse a la
puerta de salida.
A pesar del olor a sudor y a encierro, su aroma viril le cegó los sentidos. Aspiró profundo y trató de conservar en su mente cada partícula de aquel perfume tan especial.
Sin pensarlo demasiado se arrojó del vagón y lo siguió como hipnotizada. Finalmente lo vio ingresar en un edificio que quedaba a pocas cuadras de la estación.
Al día siguiente solicitó las 2 semanas de vacaciones que le debían en su trabajo. Fueron 14 días con sus noches que se encargó de investigar cada paso que él daba. Comprobó sus horarios, descubrió sus gustos y además pudo conocer su nombre.
Planeó con fina dedicación la manera de acercarse a él sin despertar sus sospechas.
El encuentro, nada casual, apenas había durado un par de segundos.
Ella había arrojado su cartera al piso y él se la alcanzó de manera gentil.
Tan sólo le dedicó una breve sonrisa de compromiso.
Se separaron en la esquina del antiguo bar y él ni siquiera giró para decirle adiós.
Ella sintió que tocaba el cielo con las manos. Apenas podía comer.
Se imaginaba junto a él y la imagen le provocaba escalofríos. Su persistente
insomnio había recrudecido. Toda su existencia giraba en torno de aquella ilusión.
Al fin se decidió. Debía terminar con esa agonía. Hablaría con aquel hombre y
sin dudas sus palabras lo conmoverían.
Lo vió salir del edificio. No se percató de la presencia de la mujer, hasta que
cruzaron la calle tomados de la mano.
Primero fue un zumbido que le destrozó los oídos. Luego sintió que la cabeza
le estallaba en mil pedazos. Una furia ciega y demencial se apoderó de su mente.
Con el corazón entra las manos, corrió sin parar hasta llegar a su casa.
La noche fue larga y siniestra. Ya no podía distinguir entre la fantasía y la realidad.
Se miró en el espejo y descubrió que se sentía más sola que nunca.
Y pensar que ella se burlaba de aquellas canciones románticas que su abuela
escuchaba en la radio. "Morir de amor…"
La encontró la policía después que los vecinos denunciaron la existencia de
un olor nauseabundo que se filtraba desde la casa de la hija del difunto escribano.
-¡Se ahorcó la loca! –gritaban los chicos de la cuadra.

¡Qué paradoja! Y pensar que él la olvidó casi sin conocerla. Es más, la descartó
de su vida de un sólo plumazo.
Ella nunca sospechó que no había tenido ni un mísero lugar en el archivo de su memoria.

3 comentarios:

  1. Pobrecilla, no sobrevivió a su pena de amor...

    Muy bueno, me has hecho tenerle cariño a la protagonista, jajaja

    Besos

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  2. HERMOSO!
    TODA UNA HISTORIA DE AMOR!!!!!

    Saludos linda!!

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  3. Jajaja!!! Gracias x pasar chicas!!!! Me puse un poco romántica, no? La verdad, no me sucede habitualmente... JAJAJA!!! Un beso enorme para ambas!!!

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