Femenino. 58 años. Paro cardiorrespiratorio no traumático.
Los atribulados parientes se miraban azorados. La muerte de Elvira los había tomado por sorpresa. Ella era una mujer muy reservada y huidiza. Hacía más de 20 años que no la veían y apenas conocían algo de su cotidianeidad.
Una de las habitaciones de la vieja casona parecía ser el reino de Peter Pan. Sus ojos no podían dar crédito a lo que estaban viendo. Decenas de juguetes ocupaban gran parte del lugar. Mayúscula fue su sorpresa cuando abrieron el placard de la infantil habitación. Con amoroso orden decenas de trajes de niño colgaban en prolija hilera.
Un oficial de la policía se acercó hasta la asombrada familia. El hombre traía consigo un sobre
que contenía un par de fotografías. Las imágenes eran en blanco y negro y estaban bastante deterioradas.
-¿Lo reconocen? –preguntó el guardia.
Los cuatro pares de ojos permanecieron fijos en la imagen que aquellas fotos reproducían.
-Es Lisandro, el hijo de Elvira. Ahora debe tener unos 25 años.
El asistente del fiscal acompañó a los familiares hasta la última habitación.
Allí dentro había una cuna, un corralito y una silla para comer. Sin embargo, las dimensiones de los objetos eran monumentales.
De pronto las miradas se quedaron detenidas en un determinado lugar.
Un joven de mediana edad yacía recostado en la enorme cuna y dormía plácidamente con un pequeño oso de peluche aferrado entre las manos.
-No puede ser… -balbuceó uno de los parientes.
A Lisandro le diagnosticaron infantilismo. Su existencia había quedado suspendida en los 2 años. Para los especialistas el futuro del muchacho era incierto. Su mente vagaba en un laberinto de luces y sombras, donde la fantasía vencía inexorablemente a la realidad.
Su vida entera dependía de los cuidados que hasta ese momento le había prodigado su madre.
No se sabe si Elvira actuó de manera involuntaria o su afán por conservar a su niño la llevó a agudizar la enfermedad del muchacho.
Lo cierto es que ella ya no estaba y Lisandro se había quedado solo.
De pronto, el joven abrió los ojos y dijo suavemente:
-¿Mamá?
Horrorizados, todos se miraron entre sí.
Nadie se atrevió a decir nada.
Huyyy, que duro y que tierno al mismo tiempo, la otra cara del régimen militar del cuento anterior ¿cierto? Felicitaciones Bee, por tus creaciones y por tu capacidad de producir.
ResponderEliminarGracias, Osvaldo!
ResponderEliminarEs verdad, intenté narrar los extremos en los que muchas veces se cae. Y lo más trágico es que se "juega" con situaciones que marcan a fuego la vida de las personas.
Divino y anhelado equilibrio!
Un abrazo fuerte!
Muy original, Bee, y un poco amargo también. Tu relato me recuerda que hay mucha gente que querría congelar la infancia de sus hijos, cosa que pasa también con los cachorros del mejor amigo del hombre. Quién no ha dicho u oído alguna vez eso de: ¡Si no crecieran!
ResponderEliminarYo, sin embargo, estoy loco porque mis muchachos crezcan.
Besos transoceánicos.
Hola Jose!
ResponderEliminarCoincido contigo. Cuando la pasas bien, muchas veces te ves tentado a permanecer "inalterable"
Pero es sólo una ilusión. Es un arma de doble filo.
Crecer es sinónimo de VIDA. Es la posibilidad de trascender.
Otro beso transatlántico para tí!
P/D: Yo también quiero que mi muchacha crezca. Mi "Greta" está bella y fuerte. :D
Sensación: Escalofrío.
ResponderEliminarSentimiento: Tristeza
Emoción física: lágrimas
Esto es lo que puedo expresar al leer tu relato, y ¿ahora qué? ¿Quién se hará cargo de él? Todos se miran, pero todos esconden la cabeza, que dura lección de vida hoy nos dejas querida!!!!
¡Qué hermoso nombre tiene tu niña!!!!
Eres realmente increíble!!
Mi dulce BEE!!!
Creo que, con infantilismo o no, todo el mundo se debe de sentir un poco como el pobre Peter al perder a una madre. Es muy triste, Bee, pero muy hermosa al mismo tiempo. Un besote!
ResponderEliminarVeo que andamos recorriendo terrenos patológicos en nuestros relatos, ¿será que la realidad nos ofrece demasiados ejemplos?
ResponderEliminarUn texto amargo, coincido con José Luis, pero eso no quita la calidad del mismo.
Me gusta como se inicia y el cierre es genial.
A big kiss for you, my dearest,
HD
Te envié e-mail.
ResponderEliminarBesos!!
MIMOSA:
ResponderEliminarEs muy acertada tu observación, Mimi.
Intenté mostrar las distintas consecuencias del tema central:
La pérdida, el miedo, el no compromiso.
Besos enormes, querida Mimicha!
MISS BITTERSWEET:
Hay pérdidas que nos marcan a fuego. Creo que uno va acomodando la pena, pero nunca se va del todo.
Un abrazo grande, amiga querida!
HUMBERTO:
Tenés razón H! Ayer leí tu última entrada y parece que andamos por los mismos caminos.
Mucha "locura" generalizada, no?
Gracias por tus palabras, my dear!
Big kiss for you too! :D
MIMOSA:
Ok Mimi! Ahí voy a ver el mail! :)
Una historia dura. Después de leerla me he quedado un ratito encogida queriendo retener esa emoción de sorpresa ante la sensación de crueldad y de ternura que se despiertan al mismo tiempo. Qué papel más difícil el de las madres, y cuántas maneras de amar tenemos dentro de cada una.
ResponderEliminarEres muy especial. Siempre te digo. Y qué duro es a veces encontrar el equilibrio.
Besos querida amiga. Tu espacio es un lugar donde siempre acabo aprendiendo.
tremendo amiga!!!!
ResponderEliminarufff! me quedé sin palabras
la escena final del hombre-niño preguntando por su madre es de un sufrimiento hondo.
A veces, las madres, en nuestro afán de darles todo... les damos absolutamente todo y más también.
enhorabuena por este texto
Cuánta verdad hay en tus palabras, Diana! Muchas veces no medimos el daño que podemos provocar. Es una tarea tan ardua. Nadie nace con un libro de instrucciones bajo el brazo. Además cada persona es un mundo, con sus virtudes y flaquezas.
ResponderEliminarAbrazo grande, amigaza!
Me ha encantado Bee, se decanto porque la madre intentó que siguiera siendo un niño. ¡Que belleza trágica crecer!
ResponderEliminarHola amiga Mus!
ResponderEliminarGracias por pasar y me quedo con tu última frase:
"Qué belleza trágica crecer"
Uffff!!! Increíblemente preciso.
Beso grande!
Se da mucho más de lo que imaginamos. Ciertas madres parecen querer a sus hijos en un "para siempre" que los aniquila. Duro y real. Un beso!!
ResponderEliminarHola Dany!!!
ResponderEliminarTan cierto lo que decís. Amores que matan o castran...
Qué alegría que estés de vuelta!
Besotazo, cuervín!
amor materno llevado al límite... es duro cortar los lazos que te mantienen atada a tus niños, pero claro...
ResponderEliminarun relato estremecedor!!, muy bueno
un saludo