CONSUELO

A Nuria no le había ido bien en el amor.

Ya tenía 20 años y desde la primera vez que su corazón cayó subyugado en las redes del romance, su vida amorosa se había convertido en una sucesión de decepcionantes fracasos. Esa tarde y soportando sobre su espalda una nueva frustración, equivocó el camino que la llevaba al río.

De pronto y para su asombro, se halló en medio de un relieve desconocido. Entre la vegetación densa pero luminosa, una bella fuente de piedra se erguía majestuosa.

Se acercó a ella con la curiosidad a flor de piel. El agua manaba cristalina y era una invitación para todo el que rondara por allí.

Sumergió las temblorosas manos en el fresco líquido y sin más se enjugó el rostro con fruición.

Fue como un bálsamo reparador. Sintió que su corazón volvía a serenarse y que un súbito júbilo se apoderaba de su alma. Sentada en el borde de piedra, decidió que nunca revelaría la ubicación de aquel mágico lugar.

A partir de ese bendito día, cada vez que el destino la abofeteaba, corría como un gamo hasta el milagroso vergel.

Una tarde, la realidad la golpeó con toda su fuerza.

La fuente estaba seca. Ni una sola gota de agua corría por su rocoso interior.

Se puso a llorar desconsolada. Las lágrimas brotaban de sus ojos como una potente catarata, que iba siendo almacenada por la fuente.

De pronto una voz suave y misteriosa, susurró:

“El agua con la que curaste tus penas pertenece a muchas personas que han sufrido del mismo modo. Es hora que tus lágrimas sirvan de consuelo para otros”

En ese momento, Nuria decidió que ya era hora de crecer y hacerse cargo de sus elecciones. Pues en esta vida todo se agota, inclusive el consuelo.

Creo que la experiencia daba para aprender unas cuantas cosas más. Pero ustedes saben, los personajes cuando cobran vida, hacen lo que quieren.

Un beso para todos.

Bee.-