Una conocía la existencia de la otra, sin embargo era la primera vez que se enfrentaban. A través de una llamada telefónica lograron acordar el día y el lugar del encuentro.
Leonora desandaba el sendero de lajas con paso ágil. El cabello rojo y espeso ondeaba al compás de una suave brisa primaveral. Las pupilas brillaban como dos diamantes cuando la luz del sol se reflejaba en ellas. Caminaba y sus ojos escrutaban la enorme casa que se divisaba al final del camino. Una hilera de pinos añosos le otorgaba al lugar un paisaje más que idílico.
Atravesó todo el parque y rodeó la estancia. La mujer sentada en una descolorida reposera, era mucho más vieja de lo que ella imaginaba. No pareció notar su presencia, pues sus ojos permanecieron fijos en el agua del río. Se acercó en silencio. Entonces se vieron por primera vez.
Elvira era morena y de estructura pequeña. Una melena corta y lisa le daba marco a un rostro redondo y de piel cobriza. Con un leve gesto la invitó a sentarse frente a ella. El color de su voz era suave y monótono. Sus rasgos no se alteraron en absoluto cuando susurró:
-Bienvenida a casa.
Leonora permaneció callada. Estaba sentada frente a la esposa de
su amante sin saber qué decir.
-Finalmente nos conocemos… -suspiró Elvira tristemente.
Hacía más de 12 años que compartían al mismo hombre. En realidad,
ahora que se conocían, y dadas las circunstancias, no parecía que Enrique
fuese el mismo hombre que las amaba y las seducía a la vez.
-No entiendo la fascinación de Enrique por mi departamento en la capital.
Esta casa es hermosa.
Elvira sonrió con ironía.
-Evidentemente, no era tu departamento lo que seducía a Enrique…
La mujer de cabellos rojizos se ruborizó y desvió la mirada.
-Se pasaba las horas mirando el río. Nunca quería viajar al centro de la ciudad.
Leonora se sorprendió. Los recuerdos se arremolinaban en su mente y le
confundían la razón. Durante años, ella y Enrique vagaban por las tumultuosas
calles de Buenos Aires, recorriendo bares y tiendas de antigüedades.
-Pasábamos las tardes escuchando sus discos de jazz y bebiendo el té helado
que tanto le gustaba.
Leonora suspiró profundamente. La pequeña mujer parecía estar hablando de
un desconocido. La risa franca y estruendosa de Enrique poco tenía que ver con
aquel hombre silencioso y taciturno que Elvira estaba evocando.
-Él odiaba el silencio. –afirmó Leonora con seguridad.
Elvira le dedicó una mirada muy especial.
-Creo que Enrique cumplió con el sueño de muchas personas. Se permitió jugar
con todas las sensaciones y no escoger solamente algunas.
Los labios de la joven se fruncieron en una mueca de disgusto.
Eran muy evidentes las diferencias que existían entre ambas.
Semejaban el agua y el aceite.
Elvira toda mesura y languidez, Leonora juventud y energía arrolladora.
Elvira, sexo seguro y tibio. Leonora, pasión y frenesí sin medias tintas.
-Enrique no supo o no quiso elegir.-musitó la esposa resignada.
La muchacha aspiró de modo ruidoso y con voz desafiante dijo:
-Entonces no está mal haber elegido por él.
Esa fue la segunda vez que sus miradas se encontraron. Estaban frente a frente.
Elvira deslizó su mano por debajo del chal que descansaba en su regazo y extrajo
un pequeño papel. Con suavidad se lo extendió a Leonora.
-Este es el lugar exacto donde se encuentra.
La joven recogió la nota, se acercó a su eterna rival y se despidió besándole la mejilla. -Adiós Elvira.
-Adiós Leonora.
Siempre habían estado enfrentadas. Una sola vez se habían visto obligadas
a ponerse de acuerdo. Fue el día en que Enrique admitió estar enamorado locamente
de una de sus alumnas de la Universidad.
Se comunicaron por teléfono. No fue difícil combinar el plan.
Él nunca lo pudo imaginar.
Leonora le suministró el veneno y Elvira se encargó de sepultarlo en las afueras de una propiedad sobre la ribera del río Luján…
veneno!!
ResponderEliminardulce veneno!!
excelente manera de hacer desaparecer lo que no nos provoca bienestar... o lo que huirá de nuestras manos!
sólo dos serán las dueñas de Enrique, tres sería ya... una afrenta
MUY BUENO BEE
Lindo relato Bee! Me recordó "Las diabólicas"
ResponderEliminarUn beso
Renate
Escarcha: Extrañas las pasiones humanas, no? Me encantó tu observación final: "Tres sería una afrenta" Besos milady!!!
ResponderEliminarRenate: Cuanto me alegro que pases x aquí!!! Es verdad... "Las diabólicas" Impresionante historia! Un tío me hizo ver la peli más antigua. (la versión francesa) Un beso grande!
Un relato envenenado que curiosamente deja un buen sabor de boca. Que contradicción, no?
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