COCAINA

El salón estaba inmerso en un caos general. Faltaban pocos minutos para el comienzo del desfile. En el ambiente circulaba adrenalina pura. Para ser honestos adrenalina no era la única sustancia que circulaba…
La empresa de catering había hecho un buen trabajo. Diferentes manjares y bebidas varias
inundaban el lugar. Sin embargo ellas tenían prohibido degustar algún bocado. Por lo menos
hasta después del show.
De hecho, hacía varias horas que sus escuálidos organismos habían dejado de ingerir algún alimento sólido.
Sentada frente a un inmenso espejo, sus ojos lánguidos observaban
con desaprensión la frenética situación. Estaba cansada y contemplaba
con resignación el paso lento del tiempo.
Aún faltaban muchas horas para regresar a casa. Decidió ocupar su
mente con imágenes que la reconfortaran.
Entrecerró los párpados groseramente maquillados y se dejó llevar
por los recuerdos. En su mente, una catarata de fotos comenzó a caer
como si fuera una cascada imaginaria.
"Los ojos de papá iluminados por el sol en la playa de Pinamar, el primer
paseo de Confite por la plaza, el árbol de Navidad en la casa de la abuela"
Sus labios dibujaron una sonrisa de felicidad simple y pura.
"El vestido floreado que eligió para su cumpleaños número 10, los paseos
en bicicleta con la inseparable Sofía, el segundo puesto en la final de patín"
-¡Ya estás lista diosa! –aulló el estilista arrebatándole de manera impune
aquel estado de plácida ensoñación.
Se levantó del sillón como si fuera un robot. Alguien le acomodó la faja que
sujetaba el pantalón. Caminó hasta el borde mismo de la pasarela.
Unos dedos mágicos aparecieron de la nada y ella se prometió a si misma
que esa iba a ser la última vez.
Esnifó la línea de cocaína y salió al ruedo.
"El primer beso en la estación del tren, el pastel de chocolate de mamá…"
Hace tres meses que permanece en coma en la sala de cuidados intensivos
de un sanatorio privado.
Sin embargo y a pesar de todo, no está sola. Sus recuerdos no la abandonan.