PESADILLA MORTAL

Abrió los ojos y los vio por primera vez.
Allí estaban los tres. Uno al lado del otro.
La mordaza le impedía respirar con facilidad. Estaba atada de pies y manos a una silla de madera. La tenue luz del tubo fluorescente, le impedía observarlos con nitidez.
El primero en hablar fue el que estaba parado a su izquierda. Sus palabras sonaban como el siseo de las serpientes.
-En tus manos queda la elección. Existen 3 opciones y una sola forma de morir.
Dio un paso al frente y sin rodeos alzó una sierra eléctrica que le erizó la piel.
El del medio también se adelantó.
Una daga, con su brillo asesino, le cegó la mirada.
El tercero no se hizo esperar. Sus manos sostenían una pequeña botella de vidrio.
En la etiqueta se podía leer la palabra “CIANURO” con absoluta claridad.
Su mente apenas podía funcionar. Se aferró a la idea y trató de no dejarse
llevar por el pánico. Seguramente sólo se trataba de una pesadilla. Era conciente
de que el abuso de antidepresivos podía provocar alucinaciones.
El hombre volvió a hablar.
-Después de contar hasta 3, voy a quitarte la mordaza. Tiempo más que suficiente
para que hayas hecho tu elección.
El aliento del desconocido la hizo reaccionar. Gruesas lágrimas comenzaron a
bloquearle la visión. Los latidos de su corazón le retumbaban en los oídos.
Le liberó la boca de un tirón. Una bocanada de aire caliente le quemó las entrañas.
Las pupilas del hombre eran dos puntos negros y secos.
-¿Cómo prefieres morir? –susurró acuciante.
Se empeñó en imaginar que en cualquier momento iba a despertar de ese maldito sueño.
Cerró los ojos e ingirió el veneno.
Minutos más tarde, se retorcía como una lombriz en medio de una catarata de
alaridos infernales.
Su cuerpo se sacudió un par de veces más hasta quedar completamente inmóvil.
El hombre de la sierra eléctrica se acercó a la mujer y con desdén murmuró:
-Maldita egoísta. Ni siquiera fue capaz de concedernos el placer de matarla…