Se enamoró a primera vista. Era de color rojo brillante y relucía como una diosa en el escaparate de la tienda de música.
Desde siempre el sonido de los acordes del rock and roll habían conmovido su pequeño y secreto mundo. El tío Enrique, hippie de corazón, lo inició en aquella droga musical el día en que hizo sonar Voodoo Child por primera vez. A partir de ese momento, su alma nunca volvió a recobrar la paz. Las paredes del cuarto, se poblaron con imágenes de Jimi Hendrix y el concierto de Monterrey. Los vinilos se apilaban junto a los CD que compraba de manera compulsiva y los dedos le empezaron a sangrar de tanto ensayar con la vieja guitarra de Quique.
Con el correr de los meses, los padres comenzaron a preocuparse. Casi no salía de su habitación y por las mañanas, apenas se despertaba, se aferraba al cuerpo de la guitarra
y comenzaba a tocar. Nada más regresar de la escuela, se bebía de
un sólo trago la leche chocolatada, y se refugiaba como un poseso
en su impenetrable universo musical.
Cuando cumplió los 18 años, tomó coraje y enfrentó la situación.
Aspiró profundo y dijo:
-Voy a ser músico.
Su madre se quedó muda y su padre le sonrió con pretendida benevolencia.
-Ya se le va a pasar… -murmuró el padre entre dientes.
-Eso espero. –suspiró su madre preocupada.
Comenzó a trabajar en la imprenta de un amigo. El turno era de 6 de
la mañana a 4 de la tarde. Con las yemas de los dedos manchadas de tinta,
llegaba con el tiempo justo para asistir a las clases de viola que daban gratis
en un taller de artes.
Una tarde, uno de los profesores del instituto lo llamó aparte.
-Mi intención no es lastimarte. Pero a pesar de tu esfuerzo, te falta “algo”
para ser realmente bueno.
-¿Algo? –preguntó con la desolación dibujada en la cara.
No lo dejó terminar. Se fue de allí dando un portazo y jurando no volver jamás.
Caminó durante horas. La vieja guitarra de Quique lo acompañaba en
su penoso divagar. Fue entonces cuando la vió.
La Stratocaster color rojo brillante parecía invitarlo a entrar a la tienda.
El vendedor se la entregó en las manos como si fuera una doncella virgen.
La acarició con el temor de cometer alguna clase de sacrilegio.
No le quedó nada por vender. Con los billetes escondidos en el fondo de
la mochila, volvió presuroso al local. El corazón le palpitaba como un caballo
desbocado. Subió a un taxi y se marchó con la preciada carga.
Hacía rato que ya no vivía con su padres. Compartía la casa con su abuelo Andrés
desde el otoño pasado. Además el abuelo era sordo y no le molestaban para
nada las sesiones interminables de guitarra eléctrica.
Encima el viejo resultó ser su primer admirador. Una tarde se acercó con el mate
en la mano y parado en el umbral de la puerta le dijo sonriendo:
-Yo no entiendo nada, pero cuando te escucho tocar, se me paran los pelitos
de la nuca como cuando suena la música del negrito ese.
Apenas pudo reprimir la sonrisa. El abuelo tenía una manera muy peculiar de
referirse a la música de Jimi Hendrix.
Era tal su exigencia, que no duraba en ningún grupo. Menos mal que sus amigos
del alma, no lo abandonaban. Con ellos sí podía contar.
La oportunidad llegó como suelen aparecer las cosas sorprendentes de la vida.
El municipio de Tigre organizaba un mega concierto con músicos de la zona.
La inscripción era libre y gratuita. No perdió un segundo de tiempo. Iba a debutar
en un escenario enorme y ante una buena cantidad de público. Como no se animó
a mostrar su propio material, decidió hacer un set con sus covers favoritos.
Aquella tarde y antes de salir de la casa del abuelo Andrés, se paró frente al póster
de Jimi y a su manera, le pidió una bendición.
Cuando llegó al concierto comprobó con espanto, que él debía salir a tocar después
de la presentación de un grupo de chicas que hacían una coreografía de gymdance.
¿Cómo mierda iba a competir contra aquel desparramo de hormonas y música disco?
Los gritos de la muchedumbre que enfervorizados aplaudían a las voluptuosas féminas,
cesaron de golpe en cuanto él salió a escena.
El silencio sepulcral fue peor que una silbatina generalizada.
Temblando de pies y manos, conectó la guitarra y se paró de espaldas al público.
Los acordes de Little Wing acompañaron las primeras luces del crepúsculo.
La magia de aquella poderosa música lo fue elevando de tal manera, que pronto
olvidó el lugar en donde estaba tocando.
Sin tener demasiada conciencia de lo que ocurría a su alrededor, giró lentamente sobre
sus pies. La multitud permanecía allí, estática, bajo una garúa finita, escuchando
embelesada la canción del genio de Jim.
Ni bien sonó el último acorde, los aplausos comenzaron a irrumpir como una
catarata poderosa y magnética.
Nunca supo quien fue el tipo que se acercó y que golpeándole el hombro con la mano,
le susurró estremecido al oído:
-Bravo flaco, fue como si el fantasma de Jimi nos volviera a regalar su magia.
Empezó a llorar como un chico y en ese momento tuvo la plena certeza,
que ya no le faltaba “algo.”
Ya no le faltaba nada.
Dedicado a Luciano.
Por su graduación, por su perseverancia, su enorme talento
y por sobre todo por ser UN BUEN TIPO.
Felicitaciones Lucio! xxx
Me acuerdo de la primera vez que leí esta historia, la verdad que me mató en ese momento fué espectacular, ahora es mas que infinito, fué perfecto el momento que pasé leyendo bee te daría un abraso :)nos vemos, se te quiere, dsps te paso algunas fotos que me sacaron en la graduación ;D
ResponderEliminarLo puedo leer 10 veces y aún así sigo encontrando algo interesante.
ResponderEliminarSaludos Bee.
Què grande Lucio! Sabès que sos my dear son! Espero las fotos! Beso de madre orgullosa! P/D: Acepto de una, el camión con los peluches y el abrazo que dejaste en "El Verdugo" Jajaja! Felicitaciones again!
ResponderEliminarHola Carlos! Què bueno que te haya gustado! Gracias x venir! Un abrazo!
ResponderEliminarBravísimo Bee, aún escucho los sonidos que tan bien has descripto. Tiena historia de un gran esfuerzo.
ResponderEliminarBesos.
:-O
ResponderEliminarME HAS HECHO LLORAR!!!
excelente Bee, excelente!!!
un saludo mujer!
Gracias Chicas!!!
ResponderEliminarPATRICIA:
Aunque en la actualidad, pareciera que las cosas se consiguen con prepotencia o por un golpe de suerte, aún confío en el esfuerzo y la perseverancia. Y Luciano, joven y talentoso, me lo demostró. Orgullo puro! Beso grande!
DIANA:
No llores , que lloro yo! Què bueno es conocerte bella Escarcha! Abrazo de corazón!
CUIDATE Y HASTA SIEMPRE.
ResponderEliminarBESOS.
Muy bueno, Bee, tiene emoción y fuerza, excelente texto. La combinación de literatura y música es mi preferida.
ResponderEliminarTe dejo un beso enorme. Qué orgullo debe sentir Luciano.
Humberto.
MORGANA:
ResponderEliminarConfío en tu FUERZA! Toda mi energía y el deseo de saber pronto de tí! Un abrazo enorme!
HUMBERTO:
Vengo ce tu blog! Pero que eres bueno hombre!
Muchas gracias por tus palabras. Te deseo un bello viaje! Hasta la vuelta! Un beso!
Una historia llena de ternura y a la vez de fuerza, emocionante y emocional, muy buena Bee, me encantó leerla.
ResponderEliminarSaludos
Què alegría Miguel! Me da mucho gusto que pases por el blog y si además te gusta el texto, doble premio para mí! Un abrazo enorme amigo!
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