FóRMULA QUíMICA

Se iban a encontrar por primera vez.

Hacía más de un mes que se conocían por Internet y adrede habían postergado el momento del encuentro. Ambos pensaban que dilatar la cita, iba a incrementar el deseo y esa perversa sensación de ansiedad. Estaban disfrutando del excitante juego de seducción que sin duda, amparados detrás de un monitor, era mucho más fácil.

Hasta que un día, él escribió las palabras claves.

“Quiero verte”

Ella, embelesada, no pudo resistir semejante petición.

Cada uno por su lado, invirtió tiempo y soportó más de un quebradero de cabeza eligiendo los atuendos adecuados para asistir al anhelado encuentro. Ninguno quería decepcionar las expectativas del otro.

Satisfechos frente a la imagen que les devolvía el espejo, emprendieron el viaje hacia la ilusión. Mientras caminaba hacia el bar elegido, ella recordaba cada uno de los halagos que él le había regalado durante aquel idílico mes.

Por su parte, él evocaba con una sonrisa complaciente, las decenas de mensajes de texto que ella le enviaba cada mañana, deseándole una buena jornada.

No era un a cita a ciegas, ni ninguno de los dos debía ir con una rosa en ojal para reconocerse. Archivos jpg, bmp o ping se habían acumulado en la memoria de ambos ordenadores. Conocían perfectamente sus facciones y no iba a resultar una sorpresa ver el aspecto del otro.

Él la divisó a la distancia. La esperaba sentado en una mesa ubicada en la vereda del bar.

A medida que se fueron acortando las distancias, las pulsaciones comenzaron a incrementarse. Ella lucía espléndida y él definitivamente era encantador.

Sus mejillas se rozaron por primera vez a través de un beso torpe y más que fugaz.

Y en ese preciso momento ambos lo advirtieron.

Nada.

No fluía nada.

Todas las palabras escritas con dedicación y esmero, no pudieron sortear el enorme abismo que existía entre ambos. Ni las expectativas, ni el deseo. Ni las noches de interminables charlas, facilitadas por ese milagro tecnológico de la red.

No perdieron tiempo. Eran adultos. 

Se sonrieron con complicidad y se despidieron para siempre.
Sabían que la química es un componente imprevisible.