Apagó el ordenador y cerró los cajones del escritorio. Salió de la oficina y se despidió como todo los viernes. Soportó con estoicismo las bromas de los compañeros que se burlaron de su equipo de fútbol que había descendido de categoría y agradeció con una sonrisa, a las mujeres que le desearon un buen fin de semana.
Mientras bajaba por el ascensor, se aflojó la corbata y se desabrochó el primer botón de la camisa. Atravesó la puerta principal del edificio y salió a la calle.
Como de costumbre, se zambulló en aquella marea humana que lo arrastraba día a día hasta la entrada del subterráneo. Una, dos, tres estaciones. La siguiente era la suya.
Saltó al andén y la humedad del ambiente logró desestabilizarlo. Se apoyó contra la pared y respiró hondo.
“Ya falta poco” pensó con cierto regocijo.
Con premeditada lentitud, caminó las cuadras que lo separaban de su hogar. Ya eran las 7 de la tarde y casi no circulaba gente por el barrio. La inseguridad había hecho estragos en las antiguas costumbres vecinales.
Cuando llegó a su casa, abrió la puerta de entrada y dejó las llaves sobre la mesa del comedor.
Sabía que estaba solo. Su mujer pasaba las tardes en un curso de reiki y a los hijos hacía rato les había perdido el rastro. Según la madre, estaban estudiando. Había intentado hablar con ellos unas cuantas veces, pero ni siquiera se habían detenido a mirarlo.
La ducha tibia le provocó un placer reparador. Se dirigió hacia el dormitorio y comenzó a vestirse con la ropa que había ocultado en la parte baja del placard.
Se negó a pensar. Sólo se concentró en hacer las cosas tal como las había planeado.
Cuando escuchó la bocina del taxi, apuró el paso y salió por la puerta sin mirar atrás.
Es curiosa la fuerza que infunden ciertas determinaciones.
El viaje resultó ser una experiencia reveladora. Hacía mucho tiempo que no dormía tan bien.
Se despertó una sola vez. A través de la ventanilla del ómnibus, las estrellas titilaban en la inmensidad de la bóveda celeste. Se le antojó que aquella visión era un buen presagio.
Eran las 4 de la tarde de un espléndido sábado de sol y ya habían transcurrido más de 18hs desde que había abandonado la ciudad.
Escalar no había sido nada fácil. Seguramente sin la ayuda del instructor, no lo hubiese logrado.
Se sentó sobre una enorme piedra y lanzó un profundo suspiro. El cerro no era muy alto, pero la vista era magnífica. Los colores nunca le parecieron tan puros. Decenas de senderos se entrelazaban y conformaban un imponente tejido natural. Una bandada de pájaros sobrevoló muy cerca de su cabeza. Casi creyó tocarlos. La brisa le besó la cara y por fin sintió que lo había logrado. Desde la cima, observó la magnificencia de la naturaleza.
Miró al cielo y le imploró a Dios que lo ayudara. Últimamente la tecnología le había jugado unas cuantas malas pasadas.
Extrajo el celular del bolsillo del abrigo y lo encendió. Tenía señal. Con satisfacción, marcó el número que tantas veces había influido en su vida.
Al otro lado de la línea, la voz de su mujer sonó histérica.
-¿Se puede saber donde estás, infeliz?
Ni siquiera le respondió. Estaba gozoso.
Mientras el celular se estrellaba en la ladera de la montaña, una sonora carcajada retumbó en la soledad de la cúspide.
Qué pocos valientes se atreverían a semejante azaña. ¡Excellente, enhorabuena!
ResponderEliminarMuy bien hecho!!!
ResponderEliminarMuy bien hecho por partida doble, me encantan tanto la actitud del personaje como la agilidad de tu narración.
"Es curiosa la fuerza que infunden ciertas determinaciones". Una frase de antología.
Este es un cuento de excepción, es extraño que un buen cuento no sea dramático. Aquí, aunque el drama subyace, el lector termina carcajeándose con el protagonista.
Bravo, querida Bee!!!!
jajajaja que horror!!! pobre tipo!! la bruja no lo dejaba vivir!
ResponderEliminarno tengo bruja ni brujo en mi vida, pero por ratos a mi también me dan ganas de ir a escalar el Himalaya!!!
GRANDE BEE, un cuento excelente!!!
Yo también quiero llegar a esa cúspide, Bee! Y estrellar el móvil desde las alturas, y si de paso se estrella algún que otro pesado, mejor que mejor! jaja Un besote!
ResponderEliminarMuy bueno!!!es dificil tomar decisiones asi,pero cuando alguien decide que es el momento no hay vuelta atras.
ResponderEliminarTe lo digo por experiencia propia.
ANóNIMO:
ResponderEliminarGracias por tus palabras!!! Saludos hacia donde estés!
PATRICIA:
Hola mi amiga! Me alegra mucho saber que te gustó. Me emociona recibir este comment. Sabés que te admiro muchísimo.
Toda la fuerza para vos!
Vuelan besos para Córdoba!
ESCARCHA:
Tampoco tengo un brujo que me agobia, pero con todo gusto escalaría unos cuantos cerros...
Hay tantas cosas de la rutina que me están fastidiando bastante! ;)
Besos Brujos, morocha linda!
MISS BITTERSWEET:
Jajaja!!! Cada vez estoy más tentada a arrojar o estrellar muchas "cosas"
Creo que necesito más terapia!
Besotes, milady!
ANóNIMO:
Es como el punto de no retorno.
Uno llega ahí y no existe vuelta
atrás.
Gracias por pasar. Saludos!!!
Muy lindo relato Bee, me siento identificado con el desafío que pude experimentar en un ascenso al Aconcagua (bue, hasta Plaza Francia, poco más de la mitad) Pero, como te imaginarás y aunque parezca cachondo, no lo pude disfrutar completamente porque estaba sin mi otra mitad...!!! Me gustó, muy bueno
ResponderEliminarJajaja!!! Muy bueno, Osvaldo! Y sin Mirta no es lo mismo, no? ;)
ResponderEliminarUn abrazo grande, amigo!
Muy valiente la decisión de tu personaje, lástima que no se constate tanto en la vida real de muchas personas que están achatadas por la rutina.
ResponderEliminarComo diría un amigo... Hacelo, después todo se arregla.
A big kiss just for you, my dearest, remember that!
HD
Heyyy acabo de visitar tu blog! Cruzamos comments!
ResponderEliminarJajaja!!! Me encanta la frase de tu amigo. Tengo una opinión muy parecida. Aún no he escalado ningún cerro muy alto, pero tengo varias pateaduras de tablero en mi vida. Y no me arrepiento. Me aterra vivir aferrada a las cosas por temor al cambio o por cobardía/inercia.
El beso es recíproco, dear H!
Have a nice week! ;)
No te lo creerás pero yo hice una vez lo mismo!Sin esclar, y sin mujer jajaja pero salí de la ciudad y me fui y subí a una montaña.
ResponderEliminarEl relato magníficamente narrado, ha sido un placer visitarte y volveré.
Por cierto soy josef, del Blog: Moderato_Dos_josef.
UN abrazo.
JOSEF:
ResponderEliminarQué gusto conocerte, Josef! Admirable tu osadía! Estoy tentada a imitar tu aventura!
Gracias por tus palabras y prometo visitar tu blog.
Un saludo cordial, amigo!
Puestos a hacer cosas nuevas que hagan a uno sentirse vivo, subir a la cima de una montaña ha sido una gran elección.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, Bee, además a quien no le ha apetecido alguna vez lanzar bien lejos el móvil.
Un saludo.
Una historia que suena absolutamente liberadora.
ResponderEliminarEs cierto que son tantas y tantas las responsabilidades que nos vamos creando, que nos van apagando y al final, uno se da cuenta que no ha vivido según su pensar, y la vida se nos va en un suspiro. No deberíamos esperar que llegue ese momento de escapar, ni siquiera dejar que dicho momento llegue a nuestra vida,...... deberíamos vivir como pensamos o terminaremos pensando como vivimos.
Un texto en el que va implícita una profunda reflexión.
Me gusta, mucho, me gusta!!!
Besos dulces tesoro!!!
Estoy totalmente de acuerdo, Jose!!! Todo lo que implique un cambio para mejorar la vida, bienvenido sea!!!
ResponderEliminarGracias por pasar!
Abrazo enorme!
MIMOSA:
ResponderEliminarCruzamos comments, Mimi!!!
Realmente es vital que descubramos lo que nos hace felices y focalizar la fuerza en busca de ello. De otra forma, no vale la pena nada.
Hay que dejar de "sobrevivir" y decidirnos a "VIVIR"
Miles de besos, mi linda amiga!
A ver.....como te lo digo. Nuestros personajes están revelando cosas. Pequeñas o grandes venganzas....decisiones de vida. Se vienen tiempos fuertes....jajaja
ResponderEliminarUn beso!
Jajaja!!! Sabés que sí?
ResponderEliminarCuando leía tu última entrada, yo estaba por publicar este relato y me reí porque me dije:
"Parece que Dany, está transitando una zona muy parecida a la mía"
Abróchense los cinturones, creo que se viene el tsunami... ;)
Besos fortineros, querido cuervín!
BEE,tu imaginación es fantástica!!tienes un don especial para crear el ambiente perfecto y llevarnos de la mano hasta el final.
ResponderEliminarEn el fondo me dió pena de él,vivía pero sin vivir.
El final,sobrecogedor.....
Millones de besos.
PD:curioso,palabra de verificación"talión"
PODEROSA MORGANA:
ResponderEliminarHola, Mor!!! Gracias por venir, amiga! Me dejaste sorprendida con lo de la palabra de verificación... "Talión" Curiosa coincidencia o no? ;)
Besos sanadores, bonita!
estos momentos en "la cúspide" le cargan a uno de nergía para afrontar la vida, la que sea, la laboral, la privada, la más íntima...
ResponderEliminarun relato genial!!
... le cargan a uno de Energía (me comí una -e)
ResponderEliminarGracias María!
ResponderEliminarY estás en lo cierto, es la posibilidad real de dar una vuelta de timón en el ámbito que sea!
Saludos enormes!!!
se necesita ser muy valiente para suicidarse pero si el castigo era para la mujer no debía haberse suicidado, ni modo.
ResponderEliminarComo siempre Bee me gustan tus relatos.
Un beso.
Me queda la duda si la liberación fue una vía de escape para un nuevo inicio, o resultó el final de un viejo camino. De todos modos te leo con avidez, esperando siempre que me sorprendas, y recreándome en los pequeños detalles de tu narración.
ResponderEliminarDescribes muy bien el proceso de esas breves horas, y podemos introducirnos en la piel del personaje.
Siempre resulta interesante todo lo que escribes, y siempre crece mi admiración.
Besos querida amiga.