FUGACIDAD

El obsesivo sonido del monitoreo cardíaco se detuvo. De pronto un ruido continuo e hiriente le atiza los oídos. En la pantalla, una delgada línea verde se prolonga recta hacia el infinito.

Y entonces la vida tal cual la conoce, queda suspendida y apenas sujeta con alfileres invisibles.

La esperanza y la razón se baten a duelo a sabiendas que la primera no tiene ni una remota posibilidad de éxito. Porque en ese instante, íntimo y aciago, comprende que ya nada va a ser equiparable.

Conoce la verdad.

Sin embargo crea ilusiones, dibuja espejismos. Por un breve instante, hasta se anima a tener fe.

Luego le besa la frente, se despide y tiene la certeza que más tarde se va a reprochar no haberlo hecho de otra manera.

Más allá de su íntimo dolor, otra historia comienza.

Cuesta mucho, papá. Mucho.

Bee.-